La reina de la casa.

Una vez repuesto del tour infernal, vuelvo a la vida “tranquila” y al proyecto de la base de datos dichosa, que por cierto avanza a paso de burra vieja, por que no hay manera de que me pongan en claro y de forma definitiva lo que quieren.
Además el martes falleció uno de los trabajadores del departamento de administración de un infarto, lo cual ha suspendido la actividad casi por dos días. De todos modos con la dieta venezolana lo que me extraña es que alguno llegue a viejo: harina y fritos por un tubo son el pilar fundamental.
Tengo ganas de acabar ya y poder irme para Ciudad Bolívar, mas cuando es posible que allí disponga de una casa para mi solito, puesto que Miguel es propietario de una que en teoría va a quedar desocupada en breves. A él le iría bien que alguien se la vigilase y para mi seria genial tener un lugar donde hospedar a los ocupas que lleguen de España. Pero bueno, todavía esta por confirmar.
Por lo demás la casa se ha llenado de algarabía por que Miguel y Anngie se han traído a su hija Tania, de dos años y medio de edad, a pasar la semana con nosotros (por el momento vive con los abuelos en Bolívar). A Tania la conocimos cuando vinimos con la brigada en 2004; estaba recién nacida y era una pelotilla llorona. Ahora es un lorito precioso que nos mata de la risa. Uno la enreda para que me llame pinocho, el otro le esconde los juguetes y la hace rabiar, el de más allá le da cereales a escondidas de su padre… así todas las noches. Es súper lista, se sabe la canción “Hasta siempre comandante” de Carlos Puebla y parte del himno nacional.
Como podrás ver se ha convertido en la reina de la casa y nos trae a todos locos, pero la verdad es que se hace querer un montón. Si sus padres me autorizan, os pongo una foto para que la conozcáis.
Ayer por la noche llegaron a la casa un camarada de Valencia (capital del estado Carabobo) y Andrés, el otro español que circula por Venezuela, que es de Asturias y también milita en el PCE. Él estuvo aquí unos cuantos meses en la época del paro petrolero de 2002 y ahora ha vuelto de nuevo tras licenciarse, con la intención de pasar también una buena temporada (1) . Entre los tres tuvimos un interesante debate sobre la caída de la URSS, el modelo de cooperativas en Venezuela, perspectivas de proceso revolucionario, etc.

Cambiando de tema, estoy empezando a cogerle el gusto al carácter venezolano, por más que cada día fusilaría a cuatro o cinco por desastrosos. Para que te hagas una idea ya he recibido tres invitaciones para pasar las navidades con una familia: la de Miguel y Anngie (que es la que aceptare), la de la madre de Ciano y la de una buena señora que trabaja en la corporación de La Guaira y que al enterarse de que estaría por aquí, pero que no tengo familia en el país me dijo, “¡Vente chicoooo, que tengo sobrinos de tu edad y pernil y champán no faltaran!”. Un amor de gente.
Aquí hablar con desconocidos es de lo más frecuentes y se hace de una forma muy natural. El otro día estaba tomando un café al lado de casa, en un “local” (en realidad una ventanilla desde donde atienden directamente a la calle) que regenta Juan, un italiano muy buena gente que llevaba 40 años viviendo aquí. Había unas chicas que le tenían miedo a los perros del dueño y entonces llego un tipo y les dijo “tranquilas, que esos no hacen nada”. Total que, no se como, acabe hablando con el buen hombre diez minutos largos sobre perros: anécdotas diversas, debate sobre razas peligrosas…
Lo que si me choca, aunque reconozco que es práctico, es que aquí casi siempre cuando te presentan a una chica le das la mano y no un beso (importante: los sudamericanos en general solo dan un beso, por la derecha, y no dos). Lo del beso es ya cuando te conoces un poco. Y yo que pensaba que eso solo era cosa de rancios europeos…
Otro rato mas anécdotas e impresiones.

(1)

Dado que Andrés fue el primer español que conocieron a fondo y que el dice mucho “¡ostia!”, en la Juventud Comunista a los españoles se nos conoce como “los ostia” o en su defecto “los españolotes”. A que punto llegara la cosa que de vez en cuando se dirigen a mí con esos nombres…