miércoles, 20 de diciembre de 2006

Una fiesta inesperada.

Sigo dedicando mi día a día al proyecto de la base de datos para el servicio de recogida de basuras del municipio Vargas, con la colaboración estrecha del amigo Javi, que se esta poniendo las pilas al 100%. Ahora ya hemos empezado con la parte técnica, que es lo interesante del asunto, además de dejar de pelearme con los venezolan@s para ver que narices quieren. ¡Que alivio!.
El lunes por la noche cuando llegué a casa, hasta el gorro del maldito atasco para ir y venir de Caracas (unas tres horas diarias entre ir y volver, trayecto en metro aparte), me entere de dos noticias, que como en el chiste eran, una buena y otra mala.
La mala es que el partido nos desaloja en breves a tod@s de la casa “okupa” debido al desmadre que impera allí y a oscuros acontecimientos que han sucedido últimamente y que os explicaría gustosamente, pero este no es el lugar indicado. Total que esos “acontecimientos” (que nada tienen que ver conmigo) han sido la gota que ha colmado el vaso y que ha hecho que ese día se llevaran la mayoría de las literas, dejando las imprescindibles.
Supongo que te preguntaras donde voy a vivir… yo también, la verdad. Lo he comentado con la gente de La Guaira y les he dicho que me tiene que buscar algo o me piro para Ciudad Bolívar. La pelota esta en su tejado, por que lo que no puedo hacer es pagarme un hotel aquí teniendo alojamiento allá…
La buena noticia era que ese día Miguel cumplía 33 años, así que él y Anngie estaban preparando una tremenda parrillada de carne para celebrarlo. Fuimos a comprar unas cervezas, subimos a la azotea a asar la carne y allí mismo improvisamos una fiesta entre los 8 que quedamos en la casa. Yo puse mi MP3 con unos altavoces y desde Ramirito (77 años) hasta Thania (2 años) nos liamos a bailar y a beber (Thania solo refresco, tranquil@). El resultado fue la primera borrachera a base de whisky que he pillado en mi vida, básicamente por que no me gusta, pero claro había que acompañar y era lo único que había… La estrategia fue ir pegando un trago de zumo de naranja después de cada trago de whisky a palo seco, para quitarme el regusto asqueroso. El cachondeo de los nativos ante esta "estrategia" era para verlo.
De todos modos el punto más delirante de la noche fue la excursión que hice con Miguel a las tantas de la mañana a buscar tabaco en una licorería. Hay que ver la fauna que circula a esas horas por esta ciudad... De la fiesta hay fotos pero no de mi cámara, pues sigo sin pilas, así que en cuanto las consiga os pongo algunas.
El martes renuncie a mis planes de dormir hasta las tantas y me fui hacia La Guaira mas o menos temprano. A la vuelta presencié un “motín” de los pasajeros por que el autobusero quería cobrar 3000 bolívares (algo así como un euro), en lugar de los 2000 que marca la ordenanza.(1) Le dijeron de todo, pero lastimosamente a esas alturas yo ya había pagado… Tendrías que haberlo visto, hasta cuando se cabrean estos venezolanos resultan la mar de divertidos.
Al llegar a casa estaba Edgar, de paso por la ciudad y pude charlar un ratillo con él, pero bastante poco. Espero poder verlo este fin de semana que me voy para Ciudad Bolívar a pasar la navidad con la familia de Anngie y Miguel.

Lo del autobusero queriendo cobrar de más es un buen ejemplo de que en este país las leyes más que una obligación, se asemejan a una recomendación. Nadie parece tomárselas en serio, desde la norma mas tonta (no veas que pelea para que estos vándalos no le dieran palomitas a los animales del zoo), hasta la ley mas importante son ignoradas a conveniencia. Al final de cuentas siempre, casi siempre, parece quedar el comodín del 50%, es decir la posibilidad de sobornar al funcionario de turno, ¡si no es él el que te “sugiere” el soborno!. La Revolución tiene mucho trabajo cambiando el país, pero mucho mas cambiando las conciencias.


(1) Los autobuses son todos privados y creo que en general suelen ser del conductor, así que no hay una línea regular si no un montón de buses que van haciendo la ruta cada uno por su cuenta.Tampoco hay paradas establecidas, tu berreas: “¡¡la parada!!” y donde buenamente te da la gana te bajas.

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